martes, 29 de mayo de 2012

EL HUMANISMO


El humanismo renacentista y la tradición humanista

Alrededor del 1400 los eruditos volvieron su mirada hacia la antigüedad clásica- obras de Grecia y Roma -. considerándola como la fuente del saber. Este movimiento renovador se lo llamo humanismo. 
Nació en Florencia y solo se produjo dentro de la literatura.

El origen del humanismo tiene su explicación en la suma de dos factores que solo ocurrían en Italia en esa época : por un lado, la situación socioeconomico brillante de las ciudades ; por otro, la herencia greco-latina que estaba a la vista.

En contraposición a la visión predominante en el medioevo, la reflexión renacentista acerca del  humano afirma como indiscutible que, a través de culturas y épocas se reconoce que no hay nada más admirable que el hombre. Este es el punto de partida del joven florentino Pico de la Mirándola en suOración acerca de la dignidad del hombre, escrito en la segunda mitad del siglo XV, en pleno apogeo económico,  y cultural de su ciudad. Formado en el círculo platónico de la aristocracia florentina, Pico poseía una amplia cultura  que se dedico a sintetizar, heredando con ello la perspectiva dialógica del socratismo. Pico, protegido de los Médicis, experimento el deterioro político y moral de su época, que habría de desembocar en luchas civiles, y hacia el  de su corta vida siguió las enseñanzas del fraile dominico Giralamo Savonarola. En su Oración, Pico expresa lo que a nuestro entender son los ocho principios básicos de la tradición humanista de la que nos sentimos herederos y continuadores.

  1. El principio de la admiración por lo humano
Para Pico es indiscutible que "el hombre se dice y se tiene por ser un milagro grande y un animal ciertamente admirable". Lo que si es discutible y a lo que se dirige el argumento que Pico elabora en su Oración es cuál sea el fundamento para tal admiración. Afirma al respecto:
"Leí padres venerabilísimos, en los escritos de los árabes, que interrogado Abda1a el Sarraceno sobre qué se le presentaba en esta como escena del como máximamente digno de admirar, respondiera que nada se le presentaba más admirable que el hombre. Con cuya sentencia se acuerda aquello de Mercurio: Grande milagro o Asclepio es el hombre. Pensando  de estos dichos no me satisfacían aquellas que en gran número son traídas por muchos sobre la preeminencia de la naturaleza humana: ser el hombre, el intermediario de las criaturas, familiar de las superiores, rey de las inferiores; intérprete de la naturaleza por la perspicacia de sus sentidos, por la indagación de su razón, por la luz de su inteligencia; intersticio entre la estable edad y el tiempo fluyente, y (como dicen ]os Persas) cópula, y cual himeneo, del mundo; apenas menor que los ángeles, según el testimonio de David. Grandes cosas éstas ciertamente, pero no las principales, esto es que vindiquen por su solo derecho el privilegio de la suma admiración. ¿Por qué, en efecto, no admiraremos más a los ángeles y a los beatísimos coros del cielo?
Pero finalmente paréceme haber comprendido por qué el hombre sea el animal más feliz y por ende digno de toda admiración, y cuál sea precisamente aquella condición que le tocó en suerte en la serie del universo, envidiable no sólo por los brutos, sino por los astros, como por las mentes ultramundanas. Cosa increíble y admirable! ¿Cómo no? Pues a causa de eso justamente el hombre se dice y se tiene por ser un milagro grande Y un animal ciertamente admirable. Mas, cuál pues sea ésa, oíd, Padres, y prestad benignos oídos por vuestra humana generosidad a esta mi obra."
Aquí ya asoma una de las características fundamentales de la tradición humanista; el partir de una actitud de admiración hacia el ser humano, mejor aún de considerarlo lo más digno de admiración. La palabra admirari (latín) significa "mirar, es decir fijar la vista con atención, con aprecio" y por ende con una mezcla de estima, cuidado o consideración, placer y sorpresa. La idea ya esta presente en el pensamiento griego; Sófocles lo llama en sus tragedias lo más asombroso; Sócrates convertirá al ser humano en objeto de admiración, indagación y cuidado. La alegría, el contento de sí, la autoestima, parece ser un rasgo distintivo del ser humano.
Como dice Spinoza: "Cuando el alma se considera a sí misma y considera su potencia de obrar, se alegra. Esta alegría se sustenta más y más cuanto más alabado por los otros se imagina el hombre". El humanismo es antes que nada una actitud, una mirada atenta al ser humano; una mirada que es, simultáneamente, percepción emocional (la mirada de la sorpresa y la alegría), estética (la mirada del placer), ética (la mirada del cuidado), cognitiva (la mirada de la curiosidad y el inquirir) trascendental (la mirada ontológica) y autopercepción (la mirada narcisista)
2.- La admiración siempre implica una comparación; algo se admira porque se destaca respecto a otros con los que se encuentra confundido. Pico recalca el carácter animal del hombre; pero es el de un "animal más feliz", es decir al que le toco la mejor suerte
Esto nos remite a una segunda característica del humanismo, afirmar el carácter material-orgánico, vital del ser humano y partir de ese reconocimiento buscar lo que lo distingue y separa de lo animal; su trascendencia respecto del resto de la naturaleza. Identidad y diferencia pues respecto del mundo orgánico. Por otro lado, la comparación siempre es favorable, ser animal feliz implica "favorecido por los dioses"; estar dotado de algo especial que lo hace único en la naturaleza y, por ello, digno de admiración.
La palabra "dignidad" viene del latín dignus, que significa "que merece, que tiene derecho a". En el contexto de la sociedad y la cosmovisión aristocrática renacentista, esto implica que cada ser de la creación tiene un lugar en la jerarquía, que ocupa un acierta altura que lo hace sujeto de reconocimiento y prestigio. El humanismo implica, en segundo lugar, la valoración del ser humano como algo incomparable y superior en el del ser.

las relaciones entre el humanismo y el renacimiento

Las relaciones entre humanismo y Renacimiento se presentan bajo el aspecto de una polémica: mientras que el humanismo se caracterizará por el retorno a la sabiduría clásica, en el marco de una preocupación fundamentalmente de signo filológico y teológico, el Renacimiento lo hará como impulsor del desarrollo de la ciencia. Así, el Renacimiento, sin renunciar a los temas básicos del humanismo, le superará, al desligar tales temas de la perspectiva teológica y enlazarlos con el pensamiento científico.


1. - Una Concepción del Renacimiento y su relación con el Humanismo.
La acepción Renacimiento no se acota solo a muestras eruditas, literarias y artísticas, sino que abraza como cualquier otro periodo histórico, los múltiples aspectos de la vida, no todos ellos coherentes ni igualmente brillantes.
Entre 1350 y 1550 en la sociedad europea occidental se conoció y vivió una auténtica revolución espiritual, una crisis de perfiles muy inteligibles y nítidos en todos los órdenes de la vida; una profunda transformación del conjunto de los valores económicos, políticos, sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización medieval, aquella que había sido caracterizada y definida con un cierto desdén, como la edad de las tinieblas.


El Renacimiento es una época de ruptura con el oscurantismo medieval, un período de renovación del arte y de las letras, de recuperación y de acercamiento a los clásicos, de restauración de la Antigüedad, de un uso novedoso de la razón en todos los campos del saber. Asimismo, el período se caracteriza por la aparición de un fuerte proceso de secularización de la vida política y por la presencia de una nueva escuela de pensamiento, el Humanismo, que surgió como el principal difusor de este movimiento de revalorización y depuración de las obras clásicas.


El italiano Eugenio Garin señala que el termino Renacimiento solo adquiere una significación adecuada en el terreno de la cultura: Es antetodo una manifestación cultural, una concepción de la vida y de la realidad, que impregna las artes, las letras las ciencias y las costumbres.



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